Nicolas Sorin

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Sonidos sin nombre | Clarin

Entrevista. Nicolás Sorín. El ex arreglador de Miguel Bosé presenta hoy con su octeto el disco “Cosmopolitanâ€.

26.04.2012 | Por Eduardo Slusarczuk

Estamos en un purgatorio musical. No sé si lo que hacemos es rock, o jazz. No tengo ni idea cómo se llama lo que hacemos. Ni siquiera sé si es bueno o malo. Supongo que a veces es bueno, y a veces malo. Es una especie de encrucijada, pero tampoco creo que sea importante darle un nombre.â€

A la vista de la convivencia que la edición en vinilo de Kind of Blue, de Miles Davis mantiene con una foto autografiada por los Metallica, al lado de la réplica de un viejo afiche de los Beatles, lo que dice Nicolás Sorín, que esta noche presenta Cosmopolitan, el álbum que registró con su octeto –a las 21 horas en el Teatro del Globo-, tiene sentido. Y coherencia.

Primero autodidacta, después asistente a clases de batería, de guitarra o de piano, un día, Sorín decidió que quería ir a estudiar al Berklee College of Music. “Para mí, el jazz, en ese momento, era un disco de Jonh McLaughlin, Al DiMeola y Paco de Lucíaâ€, confiesa. Y completa: “Me movía más la curiosidad de ver de qué se trataba, de conocer gente y, sobre todo, de aprender música.â€

¿Acá ya tocabas en algún lado?

Sí. Tenía una banda que tocaba punk. Una música que sigo escuchando y haciendo. Me parece una música infantil, de locker de colegio, pero a la vez muy romántica. Y la comparo, a veces, con la música clásica, por su impronta dramática, que no todas las músicas tienen.

Hay quienes dicen que lugares como Berklee implican el riesgo de salir con un perfil delineado por la escuela. ¿Sentís que te pasó algo así?

No. Hay una parte curricular que, si estudiás lo necesario, la superas sin problema. Pero lo que yo más rescato, es la parte humana, la competencia contra uno mismo y los espacios para experimentar. Son 24 horas de música, y siempre querés más. Y lo más importante es saber qué es lo que tenés que dejar de lado de lo que aprendiste. De lo contrario, te vas metiendo en una especie de callejones sin salida, te empezás a olvidar de dónde venís, y de lo que te gustaba, y entrás en una cosa de snobismo, que creo que es inherente a la academía.

Ese proceso de desaprender, Sorín lo pasó en Nueva York. Allí, en 2001, formó su primer octeto, formato que replicó en Buenos Aires cuatro años más tarde, en un alto de su experiencia como músico y arreglador de Miguel Bosé. “En Berklee había estudiado composición y había trabajado mucho con big bands. Y eso de tener mucha gente a disposición, para que toque mi música, me voló la cabeza. Además, me da miedo el trío o el cuarteto, porque no tengo la protección que me da la masaâ€, explica.

De acuerdo. Pero, ¿qué tiene que ver eso con Bosé?

Fue muy raro. El había escuchado una obra orquestal que me hanía comisionado el Henry Mancini Institute, y en un momento en el que andaba deprimido, vendiendo chocolates, porque no tenía un mango, me encontré con un mensaje de gente de Warner, en el que me decían que querían que lo conociera a Miguel. Así fue, pegamos buena onda, y ya hicimos tres discos.

¿Cuánta resistencia tiene alguien con tu formación a cruzarse con alguien que parece estar en las antípodas de la idea en torno a la música?

Hay algo de prejuicio. Cuando yo llegué, lo primero que hizo él fue mostrarme su libro de música. La primera hoja tenía, en el pentagrama, las notas, Do Re Mi Fa. En la segunda, no había nada. El tipo tiene una intuición tremenda, y sabe muy bien lo que no quiere. Entonces, tiene ganado mucho terreno. Porque después, le da mucha curiosidad lo que puede hacer. Yo aprendí mucho de eso, de darle bola a lo que funciona. La academia te tiende la trampa de no dejarte ver la intuición. Entonces, tuve que olvidarme de todo eso; de las técnicas de composición. Es una buena herramienta para saber cómo hacer determinadas cosas en la música, pero no para hacer la música. Para eso, es imprescindible olvidarse de todo, y sorprenderte a vos mismo con nuevas maneras de escribir.

¿Qué pasó con el octeto, durante ese tiempo?

Fue cambiando; lo mantenía activo, lo desactivaba. Se hacía muy difícil sostenerlo, porque viajaba mucho. Era un proceso intermitente. Ahora, en cambio, creo que es un momento de crecimiento. Tanto para el grupo, como para mí, que cambié el piano –está Cirilo Fernández, que toca mucho mejor que yo- por la pandereta, la melódica y unos loops. Y, de paso, arengo, para ponerle una impronta más rockera y menos jazzera, tratando de que sea un show generoso para quien no sólo viene a escucharnos, sino también a vernos.

Grabado en 2008, Cosmopolitan salió a la calle hace pocos meses. Sin embargo, Sorín dice que no hay demasiados cambios, a la hora de tocarlo en vivo, más allá de que el octeto sumó cuatro nuevos integrantes. “Implementé el iPad, que agrega la cosa electrónica, pero nada másâ€, señala, antes de retomar aquello que decía al comienzo, para advertir: “Si bien es difícil de explicar lo que hacemos, una cosa que tengo en claro es que no es fusión, porque eso suena a laboratorio. A mí me gusta la palabra licuado. Es un licuado de jazz de acá, con influencias de todo tipo, y sin ningún tipo de especulaciones.â€

 

Cosmopolitan: Licuado multigénero

Tango en St. Argentine, jazz de salón que vira al rock en Hey Mike, balada clásica con aire a nocturno en El balero de Mabel, funk en Sábado de noche porteña, arranque punk con final de rock progresivo de los ’90 y buenas dosis zappianas en Abraxas, jazz contemporáneo matizado por cuerdas llenas de romanticismo enOrquídea, una melodía rusa como base de variaciones balcánicas y klezmer con intención heavy en Rusia Pop, y un aire de carnavalito lleno de sutilezas en Cavallería Boliviana. De todo eso hay en Cosmopolitan.

Sin embargo, lejos de sonar a compilado deshilachado, Sorín y los suyos logran darle una cohesión sonora, en gran medida gracias al criterio con que los vientos aportan a la composición de texturas en los diferentes tracks. El mismo con que se incorpora la Orquesta de cuerdas de Fernando Suárez Paz en uno de ellos.

A partir de ese fundamento sonoro, sobre una base sólida en cualquiera de los estilos, toman forma melodías por momentos elementales, por momentos imposibles, en la mitad de los casos enriquecidas por letras impregnadas de absurdo, sin por eso no merecer una atenta escucha.

Información

 Nicolás Sorín Octeto presenta Cosmopolitan, hoy, a las 21 horas, en teatro del Globo, Marcelo T. de Alvear 1155. Con Pipi Piazzolla, Nicolás Said, Martín Pantyrer, Mariano Sívori, Juan Suárez, Sergio Wagner, Gustavo Musso, Martín Rur, Sergio Alvarez, Damián Fogiel y Cirilo Fernández. Repite el 29 de mayo, en Boris.